Un juez en lo Criminal se manifestó en oposición al juicio por jurados
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Dr. Carlos P. Pagliere (h.)
Juez del Tribunal Oral Criminal N°2 de Azul Pcia. de Bs. As., Argentina |
Reportaje:
—¿Qué opina de la implementación de este sistema?
—Mi opinión es contraria por muchísimas razones. La primera y fundamental es porque la sentencia de los jurados no están fundamentadas. Se condena y el fundamento es porque sí, sin explicar si se tomó por razones pasionales, racionales, irracionales. La persona nunca puede saber por qué la condenaron, lo cual me parece la violación de un derecho fundamental. Eso primero, pero segundo es que ningún jurado puede estar capacitado para juzgar a una persona y menos para condenarla.
Como todo se juzga a diario, se juzgan las personas, se juzgan situaciones, quizás las personas piensan que el juzgamiento de personas en materia penal es una cosa sencilla. Hay que estar en los juicios, ver las situaciones para poder conocerlas, y eso sólo lo da la práctica. El que no está ahí todos los días no se da cuenta de las dificultades. Las personas siempre subestimamos todo, uno siempre piensa que puede hacer bien o mejor las cosas que hace otro. Eso es una falsedad.
—Aun así le deben quedar otras razones de peso para oponerse...
—Hay muchísimas, otra serían los tiempos. Calculá que hacer un juicio no es fácil, hay que juntar testigos, juntar las partes, traer al imputado, hay que hacer toda una logística que no es nada fácil. Encima ahora buscar doce jurados, tener que bajar el nivel de explicaciones de toda la audiencia para que esas personas lo puedan entender, todo es un gasto de plata impresionante.
Hay que trasladar gente, pagarles, hay que habilitar todas las salas de la Provincia para que puedan entrar doce personas de jurados, para lo cual hay que hacer reformas edilicias por todos lados.
Además está el tiempo, ahora se pueden hacer dos juicios por semana, si se puede conseguir alguna otra sala se puede realizar alguno más. Con esta modalidad uno por mes sería un milagro. La gente no se da cuenta de la lentitud que va a traer todo esto.
Se supone que es para mejorar la Justicia. Pero no solamente desde un punto de vista técnico se la degrada, sino que también desde un punto de vista práctico, en cuanto a una respuesta que le damos a la sociedad; lo que se produce es que haya menos todavía que antes.
—Sin embargo el proyecto sigue avanzando y con suma celeridad. Inclusive, cosecha apoyo de distintos sectores, ¿Qué lectura le permite todo esto?
—Son medidas políticas. La política cree que la gente desea esto, que puede llegar a tener una acogida favorable y la política se maneja con la respuesta de la gente. Hay dos sofismas que se utilizan permanentemente. El primero, que es un sistema más democrático. Democrático proviene de lo que es una elección popular y el jurado se elige por un sorteo. Es como si mañana se elige al Presidente por un sorteo, eso es poner en manos de la Presidencia a cualquiera. Ponen en manos de una persona X, sin saber su ideología y pensamiento, la vida o la libertad de otra persona. A eso se considera democracia y no lo es, es sorteo.
La democracia es otra cosa, se la confunde con participación popular. La participación popular es democrática en la medida que se proyecte en la expresión de la mayoría.
El otro es decir que los jueces son perpetuos. No es una perpetuidad, sino una permanencia que tiene que ver con la profesionalización. El delito penal es una ciencia, una ciencia con principios rígidos que hay que conocerlos, no puede uno desconocerlos a la hora de juzgar.
Hay jueces buenos y malos, como en toda la sociedad, pero las vías son otras. Que se vea a la hora de la selección de los jueces, hay organismos como el Consejo de la Magistratura; o juzgarlos si no cumple con sus labores, para eso está el jury. La política busca el camino fácil en vez de buscar los mecanismos creados para eso.
Se crea un organismo como el Consejo de la Magistratura, cuya función es nombrar jueces, designarlos en una elección que tiene que ver con determinada aptitud psicológica, personal, profesional. Es un proceso de selección para justamente no dejar en manos de cualquiera algo tan importante como es el juzgamiento de las personas y por otro lado se apuesta a un sistema por jurado, que es todo lo contrario. Es realmente algo esquizofrénico.
—Ahora también intriga cómo será la aplicación en caso graves o resonantes. Más que nada sobre la presión o temores que puedan sentir los integrantes del jurado.
—Es algo terrible. Los jueces no dejan de ser personas, por supuesto pueden sentir presiones o temores, pero si se quiere están habituados. Lo que es una primera impresión, la opinión de la gente, uno sabe cómo tiene que convivir con eso. Sabe que tiene el deber de juzgar a una persona y que para eso debe remitirse a una sola cosa, que es la prueba, y a la ciencia, que es el derecho penal. Esta abstracción que pueden hacer los jueces las personas no la tienen, valoran no sólo toda la investigación sino el que se le cruza por el camino, el vecino que le dice "fijate esto o aquello".
—A la par, imagino que eso debe verse multiplicado en sociedades relativamente chicas como Olavarría o Azul...
—La dificultad que representa en las sociedades chicas es que todo el mundo se conoce y entonces los prejuicios juegan su parte. Es difícil encontrar personas que no conozcan al imputado, a la víctima. Además está la opinión pública, los medios de comunicación. Para la gente es una responsabilidad demasiado grande, para la cual no está capacitada. Cualquier comentario que les llegue o palabra que se publique puede dar vuelta un fallo.
Las personas somos todas irracionales, pero los jueces estamos entrenados para poder dejar de lado esa irracionalidad. Juzgar a partir de la evidencia y eso plasmarlo en una sentencia. Si no se sostiene, se puede revocar, pero esa persona sabe porque se la condenó. Eso tiene que ver con el principio de republicano.
—Ahora usted toma el término "republicano", esas mismas palabras que se utilizan a favor son las que usted usa para ponerle énfasis a las críticas.
—Todas las personas tratan de argumentar usando palabras que son más agradables para la opinión. Esta cosa de utilizar la palabra democracia o lo democrático, y en realidad es la dictadura del azar si se quiere.
Dr. Carlos P. Pagliere (h.)
Juez integrante del Tribunal Oral Criminal N° 2 de Azul - Pcia. de Bs. As.
Argentina
Reportaje de Ignacio Cerdera
icerdera@elpopular.com.ar
Diario El Popular - Olavarría
5 de diciembre de 2012