Bretón y el jurado popular
Extractos:
El jueves día once todos los programas matinales de televisión prolongaron su emisión a la espera de que se hiciese pública la tan esperada sentencia del caso Bretón. Sin embargo, cumplido a las 12 de la mañana el primer plazo de cuarenta y ocho horas, el jurado popular no tenía un veredicto.
Cinco votos se necesitan para declarar a José Bretón inocente y siete para condenarlo como culpable.
Cuando la opinión pública ya ha dictado la sentencia, siete mujeres y dos hombres en encuentran deliberando de modo meticuloso, según ha informado el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, en una sala de la Audiencia Provincial de Córdoba, para alcanzar una respuesta motivada a las veintidós preguntas sobre las que tienen que informar siguiendo las instrucciones recibidas del Presidente del Tribunal al respecto de cómo realizar su función, mientras, el abogado del imputado se queja de que el jurado está contaminado por lo mediático que ha sido el caso y por la prácticamente imposibilidad de mantenerse al margen del juicio paralelo que se ha realizado por la sociedad.
En verdad que la Ley del Jurado y con ella el jurado popular existe en España desde 1995 en cumplimiento del mandato constitucional que reconocía a los ciudadanos el derecho a participar activamente en la impartición de la justicia, pero es igualmente cierto que existe poca experiencia práctica y a nadie se le escapa que existen, además, antecedentes en los que la presión al jurado popular determinó el veredicto final de algún proceso provocando graves errores en el juicio como en el caso Wanninkhof en el que una inocente fue condenada como culpable.
No cabe duda de que los Jueces también son humanos y, en ocasiones, también se equivocan, pero como yo reconozco que en el caso Bretón he dictado hace tiempo mi sentencia, no solamente no quisiera verme en la piel de ninguno de los miembros de este jurado sino que, si algún día cometo un delito, "virgencita" a mi que me juzgue un juez profesional...
Enlace: Versión On Line
El jueves día once todos los programas matinales de televisión prolongaron su emisión a la espera de que se hiciese pública la tan esperada sentencia del caso Bretón. Sin embargo, cumplido a las 12 de la mañana el primer plazo de cuarenta y ocho horas, el jurado popular no tenía un veredicto.
Cinco votos se necesitan para declarar a José Bretón inocente y siete para condenarlo como culpable.
Cuando la opinión pública ya ha dictado la sentencia, siete mujeres y dos hombres en encuentran deliberando de modo meticuloso, según ha informado el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, en una sala de la Audiencia Provincial de Córdoba, para alcanzar una respuesta motivada a las veintidós preguntas sobre las que tienen que informar siguiendo las instrucciones recibidas del Presidente del Tribunal al respecto de cómo realizar su función, mientras, el abogado del imputado se queja de que el jurado está contaminado por lo mediático que ha sido el caso y por la prácticamente imposibilidad de mantenerse al margen del juicio paralelo que se ha realizado por la sociedad.
En verdad que la Ley del Jurado y con ella el jurado popular existe en España desde 1995 en cumplimiento del mandato constitucional que reconocía a los ciudadanos el derecho a participar activamente en la impartición de la justicia, pero es igualmente cierto que existe poca experiencia práctica y a nadie se le escapa que existen, además, antecedentes en los que la presión al jurado popular determinó el veredicto final de algún proceso provocando graves errores en el juicio como en el caso Wanninkhof en el que una inocente fue condenada como culpable.
No cabe duda de que los Jueces también son humanos y, en ocasiones, también se equivocan, pero como yo reconozco que en el caso Bretón he dictado hace tiempo mi sentencia, no solamente no quisiera verme en la piel de ninguno de los miembros de este jurado sino que, si algún día cometo un delito, "virgencita" a mi que me juzgue un juez profesional...
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Dra. María Sierra
Abogada
Santiago de Compostela
España
elCorreoGallego.es
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19 de julio de 2013
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