Juicios por Jurado: ciudadanos a la hora de la verdad
Lic. María Celeste Danón |
Extractos:
Hay otras preguntas que afloran de manera ineludible al analizar la cuestión. Por ejemplo: ¿qué nivel de compromiso mostrarán personas que deben pasar varios días recluidas en un hotel, lejos de su familia y de sus obligaciones, cuando más del 50 por ciento de los votantes se excusa a la hora de ser fiscal de mesa? ¿Qué autoridad para ser jurado tiene una persona que paga una coima en la calle? ¿Puede acaso juzgar a otro? ¿Serían en la Argentina más influenciables los ciudadanos por parte de los medios, los acusados y los familiares de las víctimas que en países donde están aislados casi completamente?
En realidad, si la intención es buscar errores, no hace falta ir tan lejos en el tiempo. El Tribunal Superior de Colorado, en EE.UU., rechazó hace dos años la pena de muerte para un hombre condenado por violar y matar a una camarera porque miembros del jurado basaron su decisión en párrafos de la Biblia. Ojo por ojo, diente por diente, razonaron. Y en España —donde el sistema funciona desde 1995— el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ordenó repetir un juicio con jurado popular en el que se absolvió a cuatro hombres acusados de matar y descuartizar, en abril de 2004, a un hombre con el que compartían un departamento en Alcalá de Henares.
El año pasado, el británico Tony King fue condenado por un tribunal popular de Málaga, en España, por la muerte de una joven en 1999. Durante el juicio hubo sospechas de que un periodista había mantenido conversaciones con los jurados y el proceso corrió el riesgo de ser impugnado por los defensores de King. El caso refleja una de las grandes incógnitas: ¿cómo se detendrá la voracidad mediática en casos tan populares como, por citar un ejemplo actual, el de María Marta García Belsunce? Evidentemente, de aprobarse el sistema, los ciudadanos deberán soportar fuertes presiones de los medios de comunicación, sin olvidar la que ejercerán los acusados y los familiares de las víctimas.
En realidad, si la intención es buscar errores, no hace falta ir tan lejos en el tiempo. El Tribunal Superior de Colorado, en EE.UU., rechazó hace dos años la pena de muerte para un hombre condenado por violar y matar a una camarera porque miembros del jurado basaron su decisión en párrafos de la Biblia. Ojo por ojo, diente por diente, razonaron. Y en España —donde el sistema funciona desde 1995— el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ordenó repetir un juicio con jurado popular en el que se absolvió a cuatro hombres acusados de matar y descuartizar, en abril de 2004, a un hombre con el que compartían un departamento en Alcalá de Henares.
El año pasado, el británico Tony King fue condenado por un tribunal popular de Málaga, en España, por la muerte de una joven en 1999. Durante el juicio hubo sospechas de que un periodista había mantenido conversaciones con los jurados y el proceso corrió el riesgo de ser impugnado por los defensores de King. El caso refleja una de las grandes incógnitas: ¿cómo se detendrá la voracidad mediática en casos tan populares como, por citar un ejemplo actual, el de María Marta García Belsunce? Evidentemente, de aprobarse el sistema, los ciudadanos deberán soportar fuertes presiones de los medios de comunicación, sin olvidar la que ejercerán los acusados y los familiares de las víctimas.
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Juicios por jurado: ciudadanos a la hora de la verdad
Por María Celeste Danón
Diario La Nación
4 de Marzo de 2007.
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